Te contamos una historia de Mendoza
Te contamos una historia de Mendoza
Recientemente se ha publicado el libro Te contamos una historia de Mendoza (de la Conquista a nuestros días). El mismo cuenta con la autoría de, entre otras investigadoras, nuestra compañera María Teresa Brachetta. Reproducimos la entrevista realizada a las autoras en diario MDZ del 18 de agosto de 2011.
Nuestra historia contada desde adentro
No escriben para un público imaginario, sino para lectores concretos y curiosos. Son investigadoras mendocinas reconocidas a nivel nacional e internacional, pero no escriben sólo para la academia.
Hace cuatro años tomaron el desafío de ofrecer un nuevo relato de nuestra historia provincial y lo concretan hoy con la publicación de su excelente Te contamos una historia de Mendoza (de la Conquista a nuestros días), recientemente publicado por Ediunc.
María Teresa Brachetta, Beatriz Bragoni, Virginia Mellado y Oriana Pelagatti sumaron sus experiencias, talentos y miradas críticas para ofrecer al gran público una versión de los sucesos y personajes que trajinaron las calles, las plazas y las casas mendocinas, que fueron objeto de apasionadas diatribas o adhesiones, que fueron centro de las conversaciones en los cafés o titulares en los diarios.
El volumen es la primera entrega de la Colección Ida y vuelta, una novedosa propuesta de Ediunc que centrará sus esfuerzos en la divulgación científica. Así, las investigadoras cuentan, con un lenguaje ameno y accesible sin que la síntesis oblitere la profundidad, la historia de Mendoza desde las complejas relaciones socioeconómicas y políticoculturales que trazaron los meridianos en los cuales vivieron, batallaron y murieron quienes hicieron nuestro pasado en todos los ámbitos.
“Pensamos ofrecer un relato que suscite preguntas y permita asomarse a las alternativas, las polémicas, las disputas que han desvelado a los mendocinos, las pasiones que los movilizaron, pensando en la posibilidad de capturar las sensibilidades de otros tiempos, favoreciendo una relación empática con el pasado, sin confundirlo con el presente. Pero, a la vez que tenga “perfume a realidad” a algo vivo, a algo que sigue latente en el presente, que suscite a pensarlo en relación con el pasado”, nos cuentan las autoras.
- ¿Cómo surge la idea de escribir esta nueva historia de Mendoza?
Beatriz Bragoni: – Surge como proyecto de transferencia académica de un grupo de investigación interdisciplinario integrado por historiadoras y sociólogas de la Universidad Nacional de Cuyo y del CONICET. Sobre la base de la experiencia docente regularmente desarrollada en el nivel medio y universitario, el equipo de trabajo tuvo como objetivo primordial ofrecer a lectores jóvenes, estudiantes y el gran público una narración integral del pasado remoto y reciente de Mendoza sujeto a la renovación historiográfica de las últimas décadas.
María Teresa Brachetta: – Por un lado la preocupación de reconstruir y ofrecer un relato integral sobre la experiencia histórica de la provincia que nos devuelva una mirada más amplia, más comprensiva, más de síntesis de largo plazo. Apostamos a construir un relato para el gran público, que dé cuenta que somos el resultado de múltiples entrecruzamientos entre lo local, lo nacional, lo global. El desafío que no impusimos ha sido leer la trayectoria de la provincia inserta en contextos más amplios, huyendo de perspectivas localistas, poniendo el foco y la preocupación en comprender la manera en que esos mismos contextos han modulado nuestra realidad provincial.
- ¿Cuál es la intención y la razón del título? ¿Por qué utilizan el “te contamos”?
B.B.- El título resultó del intercambio de opiniones entre las autoras y los editores del libro; el plural supone la difícil y fascinante empresa de pensar y escribir un texto capaz de integrar diferentes “voces” a los efectos de interpelar a todos aquellos interesados en conocer y estudiar el pasado mendocino.
Oriana Pelagatti: – Se trataba de pensar en un título que reflejara el esfuerzo de escritura realizado en el libro para alcanzar al lector no especializado manteniendo al mismo tiempo la complejidad de los procesos que se relatan. También implica interpelar a los lectores planteándoles el desafío de asumir que los historiadores son sólo capaces de construir relatos parciales, incompletos, limitados pero verificables sobre el pasado, nunca definitivos. De esta forma, los lectores pueden asumirse como sujetos/lectores críticos de un pasado y un presente del que forman parte y no como simples consumidores de verdades absolutas encontradas en los archivos por algunos historiadores que previamente fueron ocultadas por otros.
- ¿Cuál es el enfoque del libro a partir del uso del artículo “una” historia de Mendoza?
O.P. – El uso del artículo “una” en relación con la historia de Mendoza supone que el libro no relata la “única” y “verdadera historia” de Mendoza. Trata de acentuar la idea de que existen tantos recortes sobre el pasado como historiadores. Para reafirmar esta concepción de historia compartida por las autoras se pensó en la inclusión de una breve introducción teórica en la que se exponen estos conceptos con el objeto de que los lectores tengan claro qué es lo que van a encontrar en este relato.
M.T.B. – Es de hecho aceptar la controversialidad del pasado, hacerse cargo de que no hay verdades “únicas”, sino conjeturas, o explicaciones más creíbles o consistentes, nunca definitivas. Nos hemos propuesto la ambiciosa y difícil tarea de proponer preguntas más que ofrecer respuestas, de huir de la tentación de siempre presente de consagrar “los buenos y denostar a “los malos”, de evitar los juicios éticos y de comprender más que adjetivar.
- ¿Por qué es “una nueva historia” de nuestra provincia? ¿En qué se diferencia esta investigación de las historias anteriores?
Virginia Mellado. -El rasgo que distingue esta historia de Mendoza de las precedentes es que ofrece un relato integral y multidimensional del pasado mendocino en una versión que economiza el lenguaje sin perder la complejidad que caracteriza a toda reconstrucción histórica, en la cual la autoría colectiva se posterga en beneficio de una mejor comunicación de los resultados de investigación. La perspectiva multidimensional refiere fundamentalmente a la atención depositada en las diferentes esferas de la vida social a lo largo de 450 años; en pocas palabras, en esta historia de Mendoza el lector advertirá que la periodización que distingue una etapa de otra, no siempre remite a criterios políticos e institucionales porque organiza la información en base a problemas que son los que en definitiva permiten entender las rupturas y continuidades de los procesos sociales, culturales, económicos y políticos. De allí la distinción de las diferentes partes en que se organiza el libro. Esta historia de Mendoza se atreve a traspasar del umbral de la mera recopilación de información y ofrece interpretaciones críticas entendiendo por ello una forma de interpelar el pasado atenta a su especificidad, y a su imbricación con una historia más general, sea nacional, regional o supranacional. Esa triple imbricación permite colocar la historia provincial en contextos más complejos, y permite apreciar una experiencia en términos más amplios, y menos “provincianos”.
O.P. – Existen varias diferencias pero una que me parece muy importante, y a pesar de que pueda sonar redundante u obvia, es la contemporaneidad de la propuesta. Las historias, como cualquier otro producto cultural, envejecen y esta versión está escrita pensando en el público contemporáneo. La escritura del relato no es un tema menor ya que es la que asegura una comunicación efectiva con los lectores a los que todo historiador ambiciona llegar.
M.T.B. – La perspectiva integral de una historia social, con ambición de abarcar múltiples dimensiones de la realidad en el largo plazo y para un público amplio creemos que es novedosa. Ahora la producción historiográfica ya no está tan tentada de hacer juicios y valoraciones y si más preocupada por comprender. Desde esa perspectiva queremos aportar.
- ¿Cuánto contamina lo político la lectura de un hecho y el posterior discurso del relato histórico?
B.B.- La pregunta no tiene una respuesta sencilla aunque, a mi juicio, la eventual contaminación puede ser controlada con algunos antídotos. Un antídoto consiste en distinguir los hechos o fenómenos políticos de aquellos que no lo son necesariamente. Otros residen en la actitud y presupuestos que guían el trabajo de quien pretende historiar: las recetas más clásicas aconsejan estudiar el pasado con las lentes de los actores históricos y entender las diferencias a los efectos de no caer en anacronismos.
V. M. – El recurso más aceptado para evitar esos riesgos reside en un aceptable manejo de la información básica (las fuentes escritas, orales, etcétera), y una también aceptable formación disciplinar entendiendo a la ciencia histórica en diálogo abierto con el conjunto de las ciencias sociales y las humanidades. Se trata de una receta ya bastante antigua que si bien se inauguró en Europa en los años de la primera posguerra, ha cuajado en los ámbitos académicos argentinos con vigor después de 1983 con la recuperación democrática en nuestro país.
O.P. – Me parece que lo político no contamina, en el sentido de que “ensucia”, sino que constituye una matriz interpretativa ineludible. Lo político está siempre presente en la conformación de relaciones de poder entendidas como relaciones de dominación pero también de negociación que se narran en el libro en sus manifestaciones económicas, sociales o culturales; tanto como en las experiencias, expectativas y adhesiones, conscientes e inconscientes, de cada una de las autoras. Nadie escribe desde el limbo de la neutralidad, ningún historiador es objetivo y las elecciones de los sujetos que han protagonizado la historia tanto como de las dimensiones o perspectivas (social, política, económica, cultural) que se articulan en el relato, entre muchas otras variables, responden a preferencias políticas en el sentido de una visión del mundo. Asumir estos límites es parte del esfuerzo por practicarlo de una manera profesional, o sea, de manera crítica y siguiendo las reglas del oficio.
M.T.B. – El historiador no está encapsulado, obviamente está en contacto con la coyuntura y seguro “contaminado” –en un buen sentido- con ella. Seguramente las interpretaciones sobre el pasado van a ser siempre múltiples y polémicas, y esto es lo que hace más atractivo. La uniformidad es peligrosa.
- ¿Tenemos buenas historias de nuestra provincia? ¿Son parciales, con recortes e interpretaciones muy subjetivas?
B.B. – El repertorio es mayor al que teníamos hasta hace algunos años. Hay temas económicos, sociales y culturales que han ganado terreno aunque en algunos casos las historias han sostenido una especie de marca de origen que detuvo el estudio de la segunda mitad del siglo XX y que privilegió enfoques político-institucionales. Es muy reciente el interés por integrar a la “historia”, los tiempos recientes.
O.P. – Todo relato histórico es siempre parcial, implica un recorte y es subjetivo y Te contamos no es una excepción. Caracterizar las historias de Mendoza como buenas o malas es emitir juicios de valor reduccionistas. Existen historias de Mendoza con distintas características, escritas desde posiciones políticas e ideológicas muy diferentes que responden a contextos de producción temporales e institucionales distintos. El desafío de la historia como disciplina es justamente explicar las particularidades de cada una de las versiones previas para argumentar una nueva versión.
- ¿Cómo fue el trabajo conjunto y cuánto tiempo les demandó?
B.B. – Es un proyecto de largo aliento: comenzamos con un proyecto en el 2007 sobre la base de un texto base; en el 2009 publicamos una colección de fascículos en un diario local que tuvo una excelente recepción. La experiencia sirvió de estímulo para ofrecer esta nueva versión corregida y ampliada que fue acogida por la EDIUNC y que pudimos publicar gracias a un subsidio del Fondo Provincial de Cultura.
- El libro ofrece un relato desde la Conquista a la actualidad. ¿Qué época les exigió la incorporación de nueva o mejor información?
M.T.B. – Todas, no podríamos decir que hay fragmentos del pasado sobre los cuales las versiones circulantes hayan dicho todo. El pasado siempre está abierto a nuevas versiones e interpretaciones. Eso es lo estimulante de este trabajo. Uno sabe que puede decir algo que seguramente es incompleto, pero que suscitará en otros, reflexión, polémica. Esta es la aspiración con esta historia.
B.B. – Cada etapa y cada tema incluido en el libro requirió la consulta de fuentes primarias y de bibliografía especializada publicada en el país y en el exterior; en algunos casos, se usaron publicaciones clásicas; los fondos del Archivo Histórico provincial y la Hemeroteca de la Biblioteca San Martín alojan documentación valiosísima, y allí se aprende todo lo que aún podemos conocer de los mendocinos y mendocinas que nos antecedieron. Otros fondos privados son también importantes. Sin duda que el tiempo presente ofrece desafíos enormes por la dispersión de información básica en instituciones públicas, o de particulares.
- ¿Qué momento o hecho histórico les pidió abordajes desde nuevas perspectivas para ofrecer un relato más objetivo?
O.P. – La conquista y la dominación colonial implicaron un esfuerzo de relectura que hiciera visible la acción de los grupos étnicos originarios que, aún con buenas intenciones, suelen ser presentados como objetos dominados más que como sujetos activos por la retórica de la visión de los vencidos. Por eso se destacan en el relato de la conquista distintos episodios de resistencia indígena que, a pesar de su escaso éxito, no forman parte del imaginario de los mendocinos que sigue considerado que los huarpes eran pacíficos. Lamentablemente todavía se conoce poco sobre la acción de otros grupos subordinados, como los negros o los distintos grupos mestizos. Por otra parte, además de sintetizar aspectos conocidos pero esenciales para comprender la lógica social y política de esta época se hizo hincapié en las dimensiones culturales y económicas que, aunque trabajadas por los historiadores, son menos conocidas. El relato de la forma que adoptó la revolución en Mendoza es mucho más rico que las versiones anteriores ya que principalmente se había trabajado la dimensión de la alta política protagonizada por las elites locales. En esta versión pueden verse en acción a grupos que no han formado parte del relato hasta ahora como los pehuenches que vivían tierra adentro, más allá de la frontera, o los negros que intentaron obtener su libertad, episodio riquísimo, trabajado por Beatriz Bragoni.
M.T.B. – Es un lugar común pensar que la historia reciente es más polémica y objeto de debate. Incluso algunos nos formamos con el “mandato” de que era impensable hacer historia reciente porque para ser pensado el pasado precisaba no solo de una acumulación de información, sino además, y sobre todo, de un tiempo prudencial que ofreciera, de algún modo, una distancia que facilitara la objetividad. Como si el paso del tiempo morigerara las disputas, porque entonces el historiador no estaría comprometido como testigo y contemporáneo a los hechos. Estas ideas se han revelado precarias. Hoy el pasado remoto sigue siendo polémico, casi tanto como el reciente. Y eso es muy saludable, como sociedad democrática, porque aleja la posibilidad de que se impongan relatos dirigidos a imponer unanimidad y adhesión incondicional.
- En lo personal, ¿tienen épocas preferidas de nuestra historia, hechos que por alguna razón les resulten más atractivos? ¿Cuáles?
B.B. – El siglo XIX resulta a mi juicio fascinante: su análisis permite entender la manera en que una aldea absolutamente marginal del imperio español adquirió en el lapso de 70 años el perfil socio-económico, cultural y político de la Mendoza que aún vivimos a pesar de todas deudas.
O.P. – En mi caso, me resultan muy sugerentes los casi trescientos años en los que estos territorios formaron parte del imperio español americano tanto como el siglo XIX. Estudiarlos demanda un esfuerzo de comprensión, metodológico y teórico similar al que suponen otros momentos pero implica una experiencia de extrañamiento bastante singular y difícil de traducir.
Patricia Rodón